Calificar a Vicente Blasco Ibáñez únicamente como escritor, sería faltar a la verdad, no en vano desarrolló una destacada labor en el periodismo, y se alzó como una de las figuras más importantes del republicanismo español.
Blasco Ibáñez nació en Valencia el 29 de enero de 1867 en el seno de una familia acomodada. Comenzó sus estudios en las Escuelas Pías, para pasar a la edad de 16 años a estudiar Derecho en la Universidad de Valencia al tiempo que comenzaba a publicar relatos a través de Lo Rat Penat, un organismo del que también formaba parte. En 1888 finalizó sus estudios de abogacía, una profesión que jamás desempeñó porque se marchó a Madrid a trabajar como secretario del escritor Fernández y González. Un año más tarde volvió a Valencia y contrajo matrimonio con su prima María Blasco Cacho.
Aunque en un primer momento formó parte del partido valencianista de Teodoro Llorente, pronto se desvinculó de éste para engrosar las filas del republicanismo más radical. Organizó numerosas manifestaciones contra Sagasta y Cánovas del Castillo, además de publicar numerosos artículos criticando la gestión de ambos políticos.
Sus continuas trifulcas con el Gobierno le obligaron a exiliarse a París donde asimiló el naturalismo francés al entrar en contacto con escritores de la talla de Émile Zola. Fruto de esta influencia surgieron sus novelas regionales como ‘La barraca’, ‘Cañas y barro’ o ‘Arroz y tartana’, entre otras.
En 1894 fundó el periódico ‘El Pueblo’ que usaría como trampolín para lanzar en un primer momento las ideas del líder republicano Pi i Margall y posteriormente las suyas, que con el tiempo adquirirían la denominación de blasquismo y que destacarían por su férrea oposición a la Guerra de Cuba.
Estos ideales vertidos a través de su periódico, provocaron que en 1896 fuera encarcelado durante seis meses, y posteriormente condenado al exilio. Durante estos años escribió novelas de corte ideológico como ‘La catedral’ y ‘La horda’. Tras dos años fuera, Blasco Ibáñez volvió a España para asumir el cargo de diputado en las Cortes Generales hasta 1908, año en que abandonaría la política para lanzarse a una aventura empresarial en Argentina, donde fracasó estrepitosamente.
Ante la desazón de su derrota en el terreno empresarial se marchó a Paris en 1914 donde escribió sus obras más conocidas a nivel internacional y que están intrínsecamente influidas por el ambiente de la Primera Guerra Mundial. Los títulos de esta época se concretan en ‘Los cuatro jinetes del Apocalipsis’, ‘Mare Nostrum’ y ‘Los enemigos de la mujer’. Posteriormente, escribió ‘Sangre y arena’ y ‘La maja desnuda’, entre otras.
Su realismo influido por Zola y la creatividad desbordante de sus escritos, publicados por su propia editorial, ‘Prometeo’, hicieron de él el escritor más leído y traducido del momento.
Finalmente falleció en la ciudad francesa de Menton en 1928 a la edad de 61 años, después de haber escrito y vivido numerosas aventuras por todo el mundo.